Tengo la suerte de trabajar en una oficina que posee unos amplios ventanales con vistas a una preciosa Bahía, ni siquiera cuando trabajo pierdo de vista al mar.
Soy Canaria, vivo en una isla. Desde que nací el mar es el referente que me rodea con un horizonte como futuro y un mundo abrazado por susurros y maresía.
De pequeña me dormía al arrullo de las olas trayendo y llevando sueños enredados en cantos rodados. Estimularon mi piel centenares de diminutas gotitas de estallidos de mar, que como minúsculos besos me despertaban a la vida.
Siempre cerca del mar.
El olor a mar vive en mi nariz, la sal en mi piel, y su sonido en mi latido.
Vivo rodeada de matices de azules y de AGUA.
Agua de mar que amo y respeto profundamente, que me sonríe, que me acaricia, que me susurra o me grita, un mar que juega con la luna y con mi propia agua. Un agua que se fragmenta en brillos con la luz del sol y se viste de negro con la noche.Un mar misterio, un mar secreto, un mar historia, un mar recuerdo.
Esta mañana cuando salí de trabajar,ya de camino a casa, no pude resistir el deseo de parar y dar un paseo por la playa.
Sentía la necesidad de estar cerca del MAR.
Me hubiera gustado preparar un evento para el día de hoy, en el que convocar a mucha gente a meditar en alguna de nuestras playas.Darnos la mano vestidos de color espuma y acercarnos lentamente a la orilla con los ojos cerrados para ABRAZAR profunda y amorosamente a ese mar que nos conforma, pero no pudo ser.
Tan solo estaba yo en aquella playa.YO Y EL MAR. Hacía un poco de frío pero me descalcé y me acerqué a la orilla ya invadida del inmenso sentimiento que se apodera de mí cuando estoy ante su majestuosa presencia, sentí el agua en mis pies convertida en caricia. Respiré profundamente y visualicé ese evento sintiendo como ,de alguna manera, lo estaba volviendo real. Imaginé que nos uníamos en la bella meditación que había preparado para este día , como nos dábamos las manos, como acompasábamos nuestra respiración y nuestros latidos conectando nuestra energía de amor y respeto por el agua, por el mar, y como el mar, inmenso, venía una y otra vez a darnos las gracias.
El Mar INMENSO venía profundamente agradecido a mis pies, siendo yo tan PEQUEÑA.
Una y otra vez el se hacía chiquitito para hacerme sentir grande
Una y otra vez me decía te amo en forma de ola
Una y otra vez me decia gracias en forma de ola
Y yo en forma de lagrima,
la mas pequeña forma de agua, la menor de sus hijas saladas,
le devolví las gracias al mar,
Una y otra vez,
una y otra vez,
porque se me deshizo el alma de gratitud y amor.
Teresa Delgado
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