sábado, 16 de enero de 2016

DE DUELOS



“Ya que la vida es corta, no la
hagamos pequeña”.
Goethe

Hay duelos cuyo final se difumina a lo largo de la vida, o que, por ser tan grande la pérdida, no admiten un verdadero cierre: el dolor se va encastrando en lo cotidiano, hasta que, al menos, ya no lo invade todo, y se encuentra una nueva manera de vivir, que incluye dignamente ese dolor. Pero hay otros duelos ante los que quizás necesitamos tomar una actitud diferente. Duelos que si se los deja evolucionar pueden contaminarlo todo, tal como ciertos tóxicos capaces de, en pequeñas gotas, polucionar miles de litros de agua. Duelos que ocupan más tiempo del que lo perdido merece. Duelos que, para cerrarlos, requieren por parte del duelante una participación activa, fundamentada en una sola palabra: “basta”. De una sola vez o en cuotas, pero “basta”.
“Basta” significa: “ya fue suficiente”= ya fue BASTAnte.¿Por qué permitir, entonces que nos habite el duelo por años? Es extraño, pero un día uno puede decir la palabra mágica: “basta”. Y se acabó. De una sola vez o en pequeñas cuotas, dejar espacio para lo nuevo.La palabra basta puede estar sostenida por algo muy hondo: el respeto a sí mismo, al ansia de vida que quiere seguir adelante y está retenida por lo viejo, al hartazgo de regurgitar lo que quizás ya sólo merezca ser excretado. El “basta” se fundamenta en una percepción sentida de aquello que Goethe expresó con tanta contundencia: “Ya que la vida es corta, no la hagamos pequeña”. Ciertos recuerdos son como los habitantes ilegales de una casa abandonada. La casa abandonada, en ese caso, somos nosotros; y no porque, eventualmente, nos hayan abandonado, sino porque nos habremos abandonado a nosotros mismos. De ninguna manera! A desalojar a los intrusos! A cargar todo lo rancio, todo lo roto, todo lo caduco, en un enorme morral, y a despeñarlo en algún barranco, gritando a viva voz: “BASTA! Me declaro VIVO y DISPONIBLE.
- Virgilia Gawel
"La noche entera con un hacha me ha golpeado el dolor, pero el sueño pasó lavando como un agua oscura piedras ensangrentadas. Hoy de nuevo estoy vivo. De nuevo te levanto, vida, sobre mis hombros. Oh vida, copa clara, de pronto te llenas de agua sucia, de vino muerto, de agonía, de pérdidas, de sobrecogedoras telarañas, y muchos creen que ese color de infierno guardarás para siempre.
No es cierto.
Pasa una noche lenta, pasa un solo minuto y todo cambia. Se llena de transparencia la copa de la vida. El trabajo espacioso nos espera. De un solo golpe nacen las palomas. Se establece la luz sobre la tierra.
Vida, los pobres poetas te creyeron amarga, no salieron contigo de la cama con el viento del mundo.
Recibieron los golpes sin buscarte, se barrenaron un agujero negro y fueron sumergiéndose en el luto de un pozo solitario.
No es verdad, vida, eres bella como la que yo amo y entre los senos tienes olor a menta.
Vida, eres una máquina plena, felicidad, sonido de tormenta, ternura de aceite delicado.
Vida, eres como una viña: atesoras la luz y la repartes transformada en racimo".
Pablo Neruda, "Oda a la vida"

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