3 DE DICIEMBRE: Aniversario del nacimiento de Ana Freud
TOMADO DE: WIKIPEDIA
Anna Freud
(3 de diciembre de 1895, Viena - 9 de octubre de 1982, Londres) fue una
psicoanalista austríaca de origen judío. Hija de Sigmund Freud, Anna centró su
investigación en la psicología infantil.
Biografía
Primeros años
Anna fue la sexta y última hija del matrimonio de
Sigmund Freud y Martha Bernays.
Su madre estaba agotada física y mentalmente, lo que motivó que fuera confiada
inmediatamente a los cuidados de la institutriz católica Josefine
Cihlarz,una joven con la que mantuvo un
vínculo privilegiado. Años más tarde, en una correspondencia a Eitingon, Anna
se refirió a Josefine como «la relación más antigua y más genuina de mi
niñez» y su vínculo con ella inspiraría sus posteriores conceptos de «madre
psicológica» y los contenidos del artículo Perder y ser perdido.
Mantuvo una relación distante con su madre y
sentimientos de gran ambivalencia con su hermana Sophie, la preferida de Martha
y la más bonita de las hijas mujeres, condición que Anna trató de compensar con
su desarrollo intelectual.
Anna fue apodada por su padre como Annerl y éste
recuerda su nacimiento como el inicio de un bienestar económico debido al
aumento de su trabajo clínico. También la apodó «Demonio negro», por su carácter
aventurero y díscolo dentro del medio familiar y de amigos, no comportándose
así en público, donde fue reconocida como reservada y tímida. Uno de sus
pasatiempos predilectos era el tejido, que, según recuerdan algunos de sus
pacientes, también practicaba mientras atendía. En cuanto a su apariencia,
adoptó como vestimenta el Dirndl, tradicional de
su país, un ropaje largo y suelto que ocultaba su figura.
En 1912, al finalizar los
estudios secundarios en el Lyceum, fue enviada a Merano para descansar y recuperar la pérdida de peso, en
vísperas del casamiento de Sophie, al que no asistió por sugerencia de su
padre. Esta exclusión formó parte de los malestares y amarguras que ya venía
sufriendo. Pasaba períodos de gran fatiga y hablaba de ello como
"eso" que la hacía cansarse y "sentirse tonta". De esta
manera, definía su recurrencia a las ensoñaciones diurnas e historias
fantasiosas, cuestiones éstas que tratará en el trabajo Relación entre
fantasías de flagelación y sueño diurno, con el que ingresara a la Sociedad
Psicoanalítica de Viena en 1922.
En Anna primaban las identificaciones masculinas, no
obstante lo cual tuvo varios pretendientes; sin embargo, todos fueron
rechazados, unos por ella y otros por su padre, siendo Ernest Jones el más famoso de ellos. A los
dieciocho años quedó como única hija en su hogar, acompañando a su padre, que
ya tenía sesenta y cinco años y penaba por el alejamiento de sus hijos.
Ingresó al Profesorado de Educación Elemental, y
ejerció la docencia hasta caer enferma de tuberculosis, tras lo cual abandonó la
docencia en 1920.
Análisis de Anna con su padre
Dos años antes, en 1918,
había comenzado a analizarse con su propio padre, análisis que se mantuvo hasta
1922
con una frecuencia de seis sesiones semanales. Freud centró este análisis en
las fantasías y ensueños de flagelación como inhibidores del trabajo
intelectual.
Junto a S. Bernfeld, militante sionista y
socialista, Anna apoyó la creación del Asilo e Instituto Baumgarten, para niños
judíos huérfanos de guerra. Allí se formó un grupo dedicado a estudiar los
problemas de aprendizaje y de psicología del niño, en el que participaron
también Willie Hoffer y August Aichhorn. Este último ya tenía experiencia con niños
y adolescentes y dejó en Anna huellas de su influencia.
En 1920, la familia Freud
sufre la muerte de Sophie, víctima de una epidemia. Anna sobrelleva la pérdida
de su gran rival, amada y envidiada, dedicándose al igual que su padre a un
intenso trabajo, afianzándose su consagración al psicoanálisis. Recibió de
Freud su reconocimiento cuando éste le otorgó uno de los anillos de oro grabado
que poseían los miembros del Comité de los Siete Anillos, grupo que
frecuentaba ya desde los catorce años, cuando se le permitía asistir en
silencio a las reuniones de los miércoles.
Recorrido institucional
Fotografía de Melanie Klein, Anna Freud y Ernest Jones.
Se inicia en 1920
cuando asiste como invitada al primer congreso internacional de posguerra en La
Haya. Dos años más tarde, a los veintisiete, ingresa en la Sociedad
Psicoanalítica de Viena como psicoanalista de niños, pues la clínica
con adultos era "vedada" a los profanos. En 1921
había conocido a Lou Andreas Salomé,
psicoanalista de origen ruso que ocupa el lugar de "buena madre" y
"madre analista", encontrando en ella una imagen femenina y maternal
y una valiosa ayuda para la elaboración del citado trabajo sobre las fantasías
de flagelación.
En 1923, ya declarada la
enfermedad de Freud con su primera operación, decide no instalarse en Berlín y
quedarse a su lado. Asiste a las recorridas por el Servicio de Psiquiatría del
Centro Hospitalario Universitario de Viena,
de Wagner
Jauregg, conociendo allí a Heinz Hartmann. Esta experiencia hizo que
retomara su análisis con Freud, siendo consciente de las dificultades que
implicaba el "manejo de la transferencia". En el otoño de 1925,
ya finalizado el análisis con su padre, crea con Max Eitingon un vínculo cuasi-analítico que
finaliza en 1930, debido a las resistencias de Anna a
profundizar sobre la relación de fuerte apego a su padre. En esta época, Anna
estaba inmersa en los conflictos de rivalidad con su madre por el cuidado de la
salud de Freud.
Entre sus primeros pacientes se cuentan los hijos de
Dorothy Burlingham, a quien la ligaría una relación profunda y compleja por el
resto de su vida. Fue su compañera de viaje y de vida, y ejerció con los hijos
de ella sus inclinaciones maternales. A pesar de las apariencias, no hay
acuerdo entre sus biógrafos acerca del carácter homosexual activo de esta
relación, pero Anna se disgustaba frente a los rumores que la señalaban como lesbiana.
En 1924 ocupa el lugar de Otto Rank en el comité, y en 1925 es
designada secretaria del Instituto psicoanalítico de Viena. Allí, impulsó la
formación del Kinderseminar,
un seminario de investigación sobre psicoanálisis aplicado a la pedagogía y
destinado no sólo a psicoanalistas sino también a educadores y trabajadores
sociales. En colaboración con otros profesionales del instituto, fueron creados
algunos centros de reeducación, jardines de infantes, y la primera escuela para
niños que fuera guiada conforme a los principios psicoanalíticos, dirigida por Eva
Rosenfeld. Fueron, asimismo, consultados por el municipio de Viena
para la orientación de niños con dificultades.
Colaboró en la "Zeitschrift fur
Psychoanalitische Pedagogie", publicación dirigida por W.Hoffer, y en 1927
ocupa el cargo de secretaria de la Asociación
Psicoanalítica Internacional (IPA).
La única antecesora de Anna en Viena en la práctica
del análisis infantil fue Hermine
von Hug-Helmuth, maestra jubilada que poseía un doctorado en
Filosofía. Pero en realidad su verdadera competidora habría de ser Melanie Klein. El simposio de Londres en 1927,
patrocinado por Ernest Jones, es una fiel y clara exposición de las diferencias
teóricas y técnicas que prevalecían entre ambas.
Sigmund Freud fue un encarnado defensor de las
posiciones adoptadas por Anna, y un detractor de las opiniones de Klein, quien
en cambio sí recibió el apoyo de Karl Abraham en primer lugar, y luego el de
Ernest Jones.
Mientras Sigmund Freud, en 1934,
terminaba su primer borrador de Moisés y
la religión monoteísta, Anna iniciaba El Yo y los mecanismos
de defensa, regalándole la primera edición a Freud al cumplir éste los
ochenta años en 1936.
Un año más tarde se inaugura en Viena la guardería
Jackson, patrocinada por la estadounidense Edith Jackson, analizada de Freud.
Este proyecto, dirigido por Anna, estaba destinado a niños menores de dos años,
con el objetivo de informarse acerca de las primeras etapas de la vida a través
de la observación directa. Los niños debían pertenecer a familias indigentes.
En 1933 había sido promulgada
la ley antisemita, lo que dio origen al éxodo de psicoanalistas alemanes y
austríacos, pero es recién en 1938 que la familia Freud
decide partir de Viena, tras la invasión de las tropas de Hitler. Jones y Marie Bonaparte, junto a
Dorothy Burlingham, organizaron la salida de la familia Freud hacia Inglaterra. Su casa ya había sido allanada
en dos oportunidades, y Ana y Martín habían sido llevados por la Gestapo para ser interrogados. Ya en Londres, Anna se ocupó con exclusividad del
cuidado de la salud de su padre, quien luchaba contra el cáncer.
Al morir éste, Anna enfrenta el duelo trabajando
arduamente; organiza entre 1940 y 1942 varias residencias para niños evacuados
y refugiados, siendo la guardería Hampstead, que funcionaba en la Hampstead
clinic de Londres, la más destacada.
El clima de la Sociedad Británica de Psicoanálisis
se enrareció con la llegada de los analistas vieneses. Jones, fundador de la
misma y protector de Melanie Klein,
se hallaba tironeado por ambas partes, resolviendo tal contradicción con su
retiro. Tras la muerte del padre del psicoanálisis, se estableció la lucha por
definir cuál de las dos corrientes sería proclamada su heredera.
Anna fue miembro del Consejo Ejecutivo de la IPA en
la década de 1950, pero su mayor interés se manifestó en
la década de los 60 en torno a la capacitación para el psicoanálisis infantil.
A partir de 1963,
empezó a delegar la dirección de la Hampstead Clinic. Estaba preparando su
vejez, siempre junto a Dorothy, con quien realizó numerosos viajes. Su
principal preocupación se centraba en el futuro de la clínica, y si bien
delegaba funciones, nunca lo hacía totalmente.
En 1971 se realiza el
Congreso Internacional en Viena, donde se inaugura el museo en el viejo
departamento de Bergasse 19. Anna ya tenía setenta y cinco años, y mantenía la
esperanza de que en esa oportunidad la IPA aprobara y reconociera oficialmente
la formación de los psicoanalistas de niños en la Hampstead Clinic. Pero Leo
Rangell, entonces presidente, deseaba un congreso en paz y mocionó para que tal
debate se pospusiera para el próximo congreso, y para que la Hampstead clinic
fuera aceptada como grupo de estudio. La Sociedad británica de Psicoanálisis
temía que la clínica de Anna se convirtiera en una sociedad paralela. Anna
presentó entonces su renuncia a la IPA y a Rangell, quien le ofreció el cargo
de presidenta honoraria. A partir de 1976, Anna delegó la
dirección de la clínica.
Dictó clases en la Facultad de Derecho de Yale,
y mantuvo con sus alumnos una relación libre y placentera. Esta experiencia fue
recogida en tres volúmenes sobre el niño y el derecho, en coautoría con
Goldstein y Solnit.
En 1975 su salud se vio
afectada, sin poder llegarse a un diagnóstico preciso. Fue tratada por una
anemia, y requirió internaciones periódicas. Durante este tiempo se dedicó a la
refutación y desacreditación de teóricos posfreudianos y biógrafos no
autorizados, con la ayuda de K. Eissler. También recibió los doctorados
honorarios que le confirieron las universidades de Viena, Columbia, Harvard y
Franckfort.
Fallecimiento
Su compañera de siempre, Dorothy, falleció en 1979
a los ochenta y ocho años, hecho que la deprimió sensiblemente. Al año siguiente,
y al igual que su padre, encontró compañía en una perrita de raza china, a la
que llamó Jo-Fi, el mismo nombre que Dorothy puso a un perro que le regaló a
Freud.
Alice Colonna, una ex-analizada de Anna, y Manna
Friedman fueron quienes la acompañaron durante sus últimos tiempos. En 1982
padeció un ataque cerebral que afectó su motricidad y habla, no así su lucidez
mental. Un año antes, había asistido por última vez a un simposio de la
clínica, presentando un trabajo sobre patogénesis. A partir del ataque su
estado físico era realmente penoso, y sólo podía ser paseada en silla de
ruedas.
Murió mientras dormía en la madrugada del 9 de
octubre de 1982. Su cuerpo fue incinerado en el crematorio
de Golders Green,3 donde también reposan las cenizas
de sus padres.4
Anna Freud y Sigmund Freud
Placa conmemorativa de Anna Freud en la Casa Museo
Freud en Londres.
Resulta oportuno citar algunas interesantes
definiciones acerca del papel que Anna Freud desempeñó en la historia del
psicoanálisis.
La primera de ellas parte de su padre, Sigmund
Freud, al llamarla Anna Antígona. Cabe recordar que Antígona, en la obra de
Sófocles, es la hija de Edipo, a quien guía, tras su ceguera, errante por Grecia
hasta su muerte.
Ernest Jones,
quien mantuvo una relación ambivalente con Anna, se unía a ella en lo político
institucional pero se le oponía en lo teórico: "tiene usted el don de
escribir ordenadamente y sin forzar la organización del material. Me gustaría
hacer la reseña del libro", escribe Jones refiriéndose a la publicación de
El Yo y los mecanismos de defensa. Y en relación al mismo, a manera de
crítica, lamenta que (...) interrumpa su viaje investigador hacia las
profundidades donde hubiera deseado mayor iluminación.
Phyllis Grosskurt, en su libro Melanie Klein,
ilustra el desempeño de Anna así: Anna Freud era una expositora de las ideas de
su padre, pero sólo de aquellas que podían examinarse en lugares claramente
iluminados y bien aireados.
Por último, Elizabeth Young-Bruehl, en su biografía
de Anna Freud, dice: (...) era la madre del psicoanálisis, y a ella pasó la
responsabilidad de preservar su espíritu, de velar por su futuro (...) celosa
del psicoanálisis, llegó a ser no sólo la sucesora de su padre por derecho
propio, con sus contribuciones teóricas y clínicas, sino también una mujer cuya
vida fue por entero dedicada a la teoría psicoanalítica.
Bibliografía
- Freud, Anna (2004). Psicoanálisis del desarrollo del niño y del adolescente. Barcelona: Editorial Paidós Ibérica. ISBN 8449311659.
- – (1980). El Yo y los mecanismos de defensa. Barcelona: Editorial Paidós Ibérica. ISBN 8475090249.
- – (1979). Normalidad y patología en la niñez. Barcelona: Editorial Paidós Ibérica. ISBN 9501240401.
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