Para todas las mujeres maduras y sagaces que están aprendiendo cuando es el momento justo para decir su verdad y no callar, o callar cuando el silencio es más fuerte que las palabras.
Para todas aquellas que
violan las convenciones y estrechan la mano de los extranjeros
saludándolos como si los hubieran visto crecer y los conocieran desde
siempre...
Para todas aquellas que
están aprendiendo a sacudir los huesos, remover las aguas, y la cama,
pero también a aplacar la tempestad.
Para aquellas que custodian el aceite de las lámparas, que mantienen la calma en la vida cotidiana...
Para aquellas que perpetúan los rituales, que recuerdan como encender el fuego con un simple hilo y un sílice...
Para aquellas que
recitan las antiguas plegarias, que recuerdan los símbolos, las formas,
las palabras, las melodías, las danzas, y aquello que los ritos, en otro
tiempo, buscaban aplacar....
Para aquellas que bendicen con frecuencia y con gusto a los demás...
Para aquellas mujeres maduras que no tienen miedo, o que si lo tienen, deciden de todos modos accionar con determinación...
Por ellas... que tengan una larga vida, en fuerza y en salud desplegando todas las velas de su inmenso espíritu.
Tomado de:
http://lioyenredo.blogspot.com.es/
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Gracias mi querida Teresa por compartir, una belleza,que Dios bendiga siempre tu camino y tu familia.
ResponderEliminarGracias Bea. Toda la belleza está en tus ojos y la sensibilidad en esa alma grandiosa que te puebla.
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