TOMADO DE:
Vivimos en una sociedad que induce a las adicciones.
Entendemos como adicción la tendencia a la dependencia con sus matices
emocionales, bioquímicos y sociales. La adicción tiene como parientes cercanos
al fanatismo en todas sus variantes. Quienes se enceguecen, quienes se
atornillan en torno a cualquier supuesta verdad, renuncian a la libertad de
elegir y al placer de dudar.
Parece sin embargo que en este tiempo, coleccionar adicciones
tiene creciente aceptación social, como si de tanto ver cadenas, ellas
terminaran formando parte de nuestro organismo. Estamos llegando al punto de sorprendernos
al encontrar una persona sin cadenas, olvidando que sin libertad, la vida no
tiene sentido.
Consideremos a continuación qué hay detrás de la adicción.
Cuando una persona no invirtió un tiempo de su vida en aprender a vivir, la
vulnerabilidad es grande y las posibilidades de confundirse existencialmente
hablando, son variadas. Tener adicciones es una manera de reprimir el impulso
vivencial canalizando mal esa energía, es castigarse antes de comprender qué significa
la vida, es buscar el paraíso por el camino al infierno, es confundir al cuerpo
con estímulos a los que se irá adaptando y de los que rápidamente terminará
dependiendo. La causa de fondo de toda tendencia adictiva, es no estar viviendo
con la plenitud indispensable para estar protegidos y disfrutando una vida que
necesita placer, pero con libertad.
Entonces, ¿estamos condenados a tener inevitablemente
adiciones? Si y no, porque podemos elegir adiciones recomendables, como por
ejemplo volvernos adictos a las endorfinas, es decir al a felicidad, de manera
que no quede tiempo para otro estado anímico. Volvernos adictos a la libertad,
de esta manera podremos ir reduciendo las necesidades y dependiendo cada vez de
menos al punto de apasionarnos por la vida pero despegadamente.
La incapacidad de cambiar revela la incapacidad de vivir; esto
a su vez es síntoma de estar transitando existencialmente hablando, senderos
equivocados que tienen como síntoma inconfundible la infelicidad. En un
contexto con estas características, es más fácil que el cuerpo se vuelva adicto
a una droga.
Recuerda que la vida es espectacular con lucidez y libertad y
un martirio sin ellas.
Una adicción también es una moda patológica que se disfraza
de normalidad, es una cárcel invisible, un fracaso con otro nombre. Las
adicciones son contagiosas y terminan infectando el alma. Toda adiccion tiene
una explicacion, pero ninguna sirve a la hora de superarla. Quien no combate su
adicción, es como el esclavo que ama sus cadenas y cree que sin ellas, su vida
no es posible. Incluso hay gente que ha llegado al absurdo de estar orgulloso
del vicio que tiene.
Lo que pasa es que todo lo que sentimos queda registrado en
nuestro cuerpo, todo lo que pesamos nos afecta positiva o negativamente. Las
adicciones generan una química distinta en el cuerpo y un nivel vibratorio
diferente, porque las drogas confunden al cuerpo que, en vez de producir las substancias
que necesita, se vuelve dependiente de las administradas, de manera que la
adicción termina siendo la locura autodestructiva del cuerpo. La vida con
adicciones se convierte en un peligroso camino rodeado de profundos abismos.
Sólo necesitamos las drogas que fabricamos. Un ejemplo
imprescindible es la llamada hormona de la felicidad, sin embargo cuando usamos
drogas artificiales nuestro cuerpo se vuelve impotente de generar sus propias
drogas. En los drogadictos, el instinto de conservación, dejó de funcionar,
entonces tienen luz verde para autodestruirse, más aún cuando han llegado al
punto, por acostumbramiento psicofísico, a las sustancia de la que dependen.
Es posible fabricar una adicción a cualquier cosa. Sabemos
que el ser humano es un animal de costumbres, que tiene una gran capacidad de adaptarse.
Esto que en muchas circunstancias constituyó una ventaja evolutiva, actualmente
contribuye a la perdición. La adicción es muerte a plazos, sin embargo aún
existen personas que consideran que una adiccion podría no ser prejudicial,
mientras otros se alegran de haber logrado una adicción de moda. Cuesta mucho
ver un adicto destruyéndose con total impunidad.
Actualmente se ha comprobado que las adicciones emocionales
generan la misma dependencia que las químicas. Todo lo que hacemos, pensamos,
sentimos y consumimos, crea caminos energeticos que luego nos conducen a
determinados escenarios. La reiteración de un comportamiento o consumo determinado,
modifica nuestra química corporal, hasta graduarnos de adictos, es decir seres
que perdieron la capacidad de elegir, confirmando una involución que nos situa
en un plano de funcionamiento estrictamente animal.
Las adicciones estupidizan, reducen la inteligencia y
condenan al hombre a vivir en el circuito animal, es decir las adicciones nos
impiden vivir y en ese contexto de infelicidad, se tiende a buscar satisfacciones
patológicas, con los que consolidan su circuito autodestructivo. Aquí podemos
mencionar además de los típicos drogadictos, a las parejas que se llevan
supermal y que son incapaces de separarse, mostrándonos que no es el amor que
los une, sino una adicción a ese malestar compartido, que incluso disfrutan de
estar mal por ese acostumbramiento que tiene su cuerpo y alma, a una forma de
vida que tiene como matriz existencial una fuente patológica de placer morboso.
Permitir que una adicción se instale, es una declaración pública
de esclavidad. Con frecuencia me pregunto, ¿por qué permitirse adicciones si
podemos disfrutar de una vida de libertad y plenitud?, ¿acaso no nos damos
cuenta que tener adicciones es minar el cuerpo y sembrar semillas de sufrimiento?
“Usted es un adicto hasta que demuestre lo contrario”,
podríamos decir a quienes no están en un camino de autoconocimiento. El hombre
que no se ha trabajado es potencialmente adictivo. La adicción está en relación
con la rutina que genera un tipo de placer, con la repetición mecanica, con la
poca creatividad, con la renuncia a nuevas experiencias y sensaciones. En verdad
lo que hace falta recordar es que no necesitamos revivir el pasado, sino
explorar y habitar nuevos sueños. Crecer es la mejor manera de superar toda
adicción.
Chamalu
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