"En cierta ocasión, Dios, bendito sea Su Nombre, llamó a Moisés desde el Sinaí y le pidió que le subiera a la persona con el corazón más hermoso y perfecto de toda la comunidad. Así, cuando bajó del monte, congregó a la multitud y eligieron a un joven cuyo corazón no tenía ninguna marca aparente ni rasguño alguno, lo subieron y lo pusieron en el altar. No obstante, Dios, contemplándolo, le preguntó a Moisés - ¿No te he dicho que quería que me trajeras un corazón perfecto? ¿Por qué me subes éste? Anda, baja y súbeme lo que te he pedido – Desconcertado, Moisés bajó de nuevo junto al joven y contó lo sucedido, eligiendo a una persona que había estado toda su vida en reclusión, cuyo corazón no tenía ninguna herida y era grande y vigoroso. No obstante, cuando Dios le vio, le hizo la misma pregunta y lo devolvió. Así, uno a uno fueron subiendo todos los que creyeron tener un corazón perfecto hasta que sólo quedó un anciano cuyo corazón estaba lleno de cicatrices y le faltaban algunos trozos que habían sido reemplazados por otros que no encajaban demasiado bien, incluso tenía lugares donde no había carne y estaba hecho un desastre. No obstante, subiendo, cuando Dios le vio, se alegró mucho y dijo a Moisés. - ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! Este es el corazón más bello que he visto nunca. ¡Este es un corazón semejante al mío! – Moisés, desconcertado, preguntó: - ¿Señor, cómo puede ser este corazón más hermoso que los anteriores? ¿Cómo puede ser éste semejante al tuyo si tú eres perfecto? – a lo que Dios respondió – Mira al anciano, cada cicatriz representa una persona a la que entregó todo su amor. Arrancó trozos de su corazón para darlos, sin pedir nada a cambio. Algunos también le regalaron trozos de los suyos, que él ha colocado en el lugar que quedó abierto pero, como las piezas no eran iguales, el corazón parece irregular. Hubo momentos en los que entregó un trozo a alguien, pero esa persona no le ofreció un poco del suyo y ahí quedaron huecos. Si pudieras ver Mi Corazón, hijo mío.
Dar
amor es arriesgar, pero a pesar del dolor que las heridas me producen,
igualmente me recuerdan que sigo amando a esas personas, y eso me da
esperanza de que algún día regresen y llenen el vació que dejaron en mí.
¿Comprendes ahora qué es un corazón verdaderamente hermoso y perfecto? –
Moisés, llorando desconsolado, se arrancó un trozo de su corazón y se
lo ofreció a Dios, y Dios lo recibió y lo colocó en su corazón. Luego
Dios arrancó un trozo del Suyo y se lo dio a Moisés, tapando la herida
abierta. La pieza se amoldó, pero no a la perfección.
Moisés
miró su corazón, ya no era perfecto, pero le hacía sentir mejor porque
el Amor de Dios fluía en su interior."
TOMADO DE LA TABERNA DEL DERVICHE
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