Ilustración de Isabella Carmisciano |
Si el funcionamiento del mundo dependiera de nosotros, de la sensatez, de la justicia, del equilibrio...
Si cada gesto hubiera de medirse como si de él dependieran el giro de los planetas y la luz de las estrellas fugaces...
Si con cada respiración que realizamos fuéramos conscientes del valor de la vida...
Si, como dice el poeta, solo son nuevas las mañanas y solo los humanos somos conscientes de la muerte...
Hemos de poner las cosas en su punto.
Elevarnos sobre un tiempo y un espacio inciertos.
Confiar en el ritmo de los espejos y las miradas.
Aceptar que, como granos de arena, portamos la semilla del infinito.
Alzar el vuelo sobre la mezquindad y echarnos a los caminos.
Recoger la flor del agua y dársela a los pajaros para que en ella aniden sus trinos.
Mª Rosa Serdio
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