sábado, 15 de enero de 2011

SEMILLAS

Los jardineros saben que para trazar un nuevo jardín o rehacer uno viejo, lo más importante es preparar la tierra de cultivo. Primero es necesario eliminar las piedras, las malas hierbas y las plantas viejas y estropeadas. Después, si es un jardinero responsable cavará la tierra hasta una pro­fundidad equivalente a dos palas, retirando más piedras y raíces viejas. A continuación añadirá tanta materia orgánica como sea posible. Soy partidaria del abono orgánico, es­tiércol de caballo y harina de pescado. Sobre la tierra suelta y limpia se ponen entre siete y diez centímetros de estos abonos y después se remueve la tierra con la pala y se mez­cla bien. Es un trabajo que vale la pena hacer para plantar. Cualquier cosa que se plante en esa tierra brotará y se con­vertirá en una planta fuerte y sana.



Lo mismo ocurre con la tierra de nuestra mente, nues­tras creencias básicas. Si queremos que nuestras nuevas y positivas afirmaciones, es decir, los pensamientos que tene­mos y las palabras que decimos, se conviertan en realidad tan pronto como sea posible, entonces haremos el esfuerzo extra de preparar nuestra mente para que esté receptiva a estas nuevas ideas. Podemos hacer listas de todas las cosas que creemos (por ejemplo, «Qué creo del trabajo, la pros­peridad, las relaciones, la salud», etc.), y luego examinar esas creencias para detectar lo que hay en ellas de negativo. Puedes preguntarte: «¿Deseo continuar basando mi vida en estos conceptos limitadores?». Entonces cava más hondo para eliminar las viejas ideas que jamás van a apoyar tu nueva vida.


Luise L Hay

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